domingo, 3 de junio de 2012

Opinión

una persona no se distingue tanto por lo lleno que esté su bolsillo o por el trabajo que desempeñe, aunque eso sin duda influye mucho y puede constituir algunos rasgos de su clase social, pero lo más importante a mi juicio son los valores, la cultura, la educación, la actitud ante la vida.

Una persona del hampa (delincuente), tenga el dinero que tenga, pertenece a una clase muy distinta a la de un trabajador honrado -¿quién hablaba solo de "patronos" y "obreros"?-, quien puede llegar a acumular una importante suma de dinero y estudios en él o sus hijos, ascendiendo en la escala social hacia la clase media, o incluso, si consigue hacer florecer un emporio empresarial, entrar en la alta sociedad.

Por su parte, personajes ordinarios como Belén Estéban, sin cultura, valores ni educación, por mucho dinero que tengan y les asciendan a jefes de periodismo, en mi opinión no dejan de ser personajillos de baja calaña, gente de un escalafón bajo en la sociedad.

LA sociedad actual está muy diversificada; entre los obreros o trabajadores los hay con estudios o sin ellos, profesiones cualificadas -mucho más cercanos, por cultura, valores y nivel de vida a los empresarios que a los trabajadores no cualificados- y no cualificadas.

También hay que mencionar a los autónomos, profesiones liberales, etc. y como alta sociedad, no solo a los productivos empre
sarios e intelectuales, sino a los parasitarios banqueros y políticos, especialmente los "Robin Hood" de caviar.

A su vez, si el hijo de un empresario se mete en una comuna anarquista, o peor aún comunista, dejando la casa paterna y se dedica por tanto al robo y la revolución, evidentemente no es de la misma clase social que su padre.

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